Índice

1. Revelación e inspiración

2. La evidencia bíblica

3. Método y modelos

4. Debate sobre revelación e inspiración dentro del adventismo

5. Hacia una interpretación bíblica de revelación-inspiración

6. Modelo bíblico de revelación-inspiración

7. Efectos hermenéuticos

3. Método y modelos

Antes de considerar brevemente algunos modelos destacados de interpretación de la RI, hagamos una “parada” metodológica. Precisa-mos (1) averiguar con precisión el significado técnico de RI, (2) deter-minar sobre qué evidencia construyen los teólogos su interpretación de la RI, y (3) fijarnos desde qué premisas hermenéuticas elaboran los puntos de vista que tienen. Esto nos ayudará a entender lo que han dicho otras personas sobre este tema, así como lo que deberíamos tener presente en nuestra propia interpretación del mismo.

Definición básica de revelación-inspiración

Cuando los teólogos abordan la doctrina de la RI, usan las palabras ‘revelación’ e ‘inspiración’ con un sentido técnico. A grandes rasgos, ‘revelación’ se refiere al proceso mediante el cual surgió el contenido de las Escrituras en la mente de profetas y apóstoles. En términos generales, ‘inspiración’ se refiere al proceso mediante el cual se comunicó el contenido de la mente de los profetas y apóstoles de forma oral o escrita. Por lo tanto, la revelación es un proceso cognitivo, mientras que la inspiración es principalmente un proceso lingüístico.

Es necesaria una nota de cautela para evitar la confusión. Los escritores bíblicos no usaron la palabra ‘inspiración’. Además, ni ellos ni Elena G. de White usaron las nociones de ‘revelación’ o ‘inspiración’ con el sentido analítico técnico en el que las usamos en este capítulo. Las usaban de manera intercambiable. Según el contexto, se pueden referir al origen del contenido de la mente de los profetas y los apóstoles, al proceso de comunicar ese contenido en formato escrito, o a ambas cosas. No es de extrañar que muchos teólogos adventistas y evangélicos hagan lo mismo. Sin embargo, una comprensión adecuada del origen de las Escrituras requiere un análisis cuidadoso de los procesos cognitivos y literarios implicados.

La evidencia

¿Sobre qué evidencia construyen los teólogos sus interpretaciones de la RI? Puesto que no observamos directamente la RI en acción hoy, los teólogos trabajan a partir de los resultados de la RI, es decir, de las Escrituras. Los teólogos reconocen dos líneas de evidencia en las Escrituras. Son la doctrina de las Escrituras y las peculiaridades de las Escrituras. Puesto que ya hemos abordado la doctrina bíblica de las Escrituras, en esta sección introduciremos brevemente la noción de las “peculiaridades” (llamadas a veces “fenómenos”) de las Escrituras.

Las peculiaridades de las Escrituras. Cuando los teólogos hablan de las “peculiaridades” de las Escrituras, no se refieren normalmente a las enseñanzas bíblicas que hay en las Escrituras, sino a las características de las Escrituras como obra escrita y a todo su contenido. En consecuencia, aunque el acceso a la “doctrina” bíblica de las Escrituras implica un análisis teológico, el acceso a las “peculiaridades” de las Escrituras tiene lugar mediante un análisis histórico y literario. La primera línea de evidencia subraya el papel del elemento divino en la RI, mientras que la segunda descubre el papel de los elementos humanos. Si no se logra integrar debidamente ambas líneas de evidencia se llega, respectivamente, o bien a interpretaciones ultraconservadoras, o bien a interpretaciones liberales de la RI.

La hermenéutica y la revelación-inspiración

Es evidente que «ha llegado el momento de que los adventistas del séptimo día vayan más allá de las inquietudes apologéticas para iniciar la tarea de desarrollar una teología más constructiva de la inspiración».1 Sin embargo, ¿cómo desarrollamos una interpretación de una temática que las Escrituras abordan de forma indirecta? Lo que se requiere no es ni más ni menos que una tarea constructiva y pionera de teología sistemática. Puesto que toda construcción teológica se basa en presuposiciones, la formulación de una interpretación adventista de la RI podría beneficiarse de analizar la forma en que se han concebido otras interpretaciones.

La tarea de teología sistemática vislumbrada aquí debe tomar en consideración tres aspectos diferentes de la hermenéutica: (1) la hermenéutica del texto, (2) la hermenéutica de los asuntos teológicos, y (3) la hermenéutica de los principios filosóficos. La interpretación de los textos bíblicos y de los asuntos teológicos está condicionada por la doctrina de la RI, que, a su vez, depende de los principios filosóficos que el exégeta presupone.

Por ello, ¿cuáles son las presuposiciones implicadas en la interpretación de la RI? ¿Quién decide qué presuposiciones deberían tenerse? Comencemos con la última pregunta. Puesto que la evidencia bíblica muestra que el fenómeno de la RI siempre implica acciones divinas y acciones humanas, resulta inevitable que los teólogos trasladen sus propias concepciones sobre las naturalezas divina y humana a sus doctrinas de la RI. Estos son principios filosóficos hermenéuticos, porque se asumen como principios de la hermenéutica bíblica y teológica. La naturaleza y las acciones de Dios, al igual que la naturaleza y las acciones humanas, han sido interpretadas de forma diversa por los teólogos cristianos. Puntos de vista diferentes sobre Dios y la naturaleza humana han producido interpretaciones distintas de la RI.

Repasemos nuestra exposición de esta sección metodológica. En primer lugar, decidimos usar las palabras ‘revelación’ e ‘inspiración’ con sentido técnico para fomentar la claridad. En segundo lugar, nos percatamos de que una comprensión acertada de la RI debe empezar escuchando lo que dicen los autores bíblicos sobre el origen de las Escrituras y debe considerar la obra concreta que produjeron (las peculiaridades de las Escrituras).

En tercer lugar, aprendimos que las doctrinas de la RI son interpretaciones que implican no solamente los datos bíblicos, sino también presuposiciones. Toda doctrina de la RI es una interpretación que depende de la forma en que los teólogos entienden las naturalezas y las acciones de Dios y de los seres humanos. Teniendo presentes estas aclaraciones metodológicas, nos volvemos a la historia de las interpretaciones de la RI.

Modelos de revelación-inspiración

Los teólogos han interpretado la RI de muchas maneras. No obstante, la mayoría de las explicaciones se ubican en dos modelos principales de interpretación; concretamente, el modelo clásico y el moderno. Debemos familiarizarnos con estos modelos, porque han influido en el desarrollo del pensamiento adventista sobre la RI.

Inspiración verbal. Durante los dieciocho siglos que siguieron a la muerte de Cristo la doctrina de la RI no fue objeto de disputa. Siguiendo el ejemplo de Cristo, sus seguidores aceptaban literalmente la enseñanza bíblica respecto de su propia inspiración. Dicho de forma sucinta, daban por sentado que Dios, mediante instrumentos humanos, escribió la Biblia.

Cuando los teólogos clásicos maximizaban el papel de la actividad divina en la RI, minimizaban el papel del elemento humano, pues veían a los profetas y a los apóstoles como meros instrumentos que Dios usó para escribir las palabras mismas de las Escrituras. Como se creía que Dios había escrito las palabras de las Escrituras, esta noción, que llevaba a un elevado punto de vista sobre la autoridad bíblica, se dio en llamar teoría “verbal” de la inspiración. Las palabras de la Biblia son las palabras de Dios.

Este punto de vista se fundamenta en una interpretación filosófica extrabíblica de la hermenéutica. La sustitución de la noción bíblica de Dios por la idea griega de un Dios intemporal convirtió la idea de una Providencia soberana divina en un fenómeno dominante y abarcante. Ya en el siglo V, Agustín de Hipona usaba estas ideas, que ligaban la noción de la voluntad y la actividad divinas con la naturaleza intemporal de Dios.2 Siglos más tarde, esto modeló la interpretación que Lutero tenía del evangelio, al igual que la comprensión de la inspiración verbal de las Escrituras. En consecuencia, se entendía la afirmación bíblica de que el Espíritu Santo guio la escritura de los profetas mediante la suposición de que Dios obró a modo de influencia soberana irresistible que invalidaba cualquier iniciativa que se originase en la voluntad humana. Según esta suposición, Dios se convierte no solo en el autor de las Escrituras, sino también en su redactor.

En los siglos XIX y XX, los teólogos evangélicos usaron la teoría de la inspiración verbal para luchar contra el modernismo y su reto a la teología cristiana tradicional. Trabajando desde la perspectiva hermenéutica filosófica de la Providencia soberana divina, y pese a que negaban la noción de dictado, Archibald A. Hodge (1823–1886) y Benjamin B. Warfield (1851–1921) hablaban de superintendencia divina en la confluencia de los elementos divino y humano.

La analogía escultor-cincel-escultura contribuye a visualizar cómo concibe la teoría verbal de la inspiración la manera en que operan los elementos divino y humano en lo relativo a la generación de los escritos de la Biblia. Igual que el escultor, y no el cincel, es el autor de la obra de arte, Dios, y no el escritor humano, es el autor de las Escrituras. Los escritores humanos, igual que el cincel, desempeñan únicamente un papel instrumental.

Los efectos hermenéuticos más notables de la teoría verbal son la recontextualización y la inerrancia. (1) Al afirmar que un Dios intemporal es el autor y escritor de las Escrituras, la inspiración verbal sitúa el origen del pensamiento bíblico en la esfera no histórica de lo sobrenatural. Se evitan los contextos y contenidos históricos en favor de verdades divinas intemporales.

La recontextualización no histórica ha adoptado formas diversas. Van de la depreciación clásica del significado literal histórico de los textos bíblicos a los significados espirituales alegóricos y a la lectura ultraconservadora de las Escrituras en la que cada afirmación bíblica es una comunicación objetiva de una verdad sobrenatural absoluta. (2) Estamos más familiarizados con la noción de inerrancia, según la cual cada afirmación bíblica es la verdad absoluta.

Revelación de encuentro. Los tiempos modernos generaron una comprensión radicalmente nueva de la RI basada en complejos argumentos filosóficos. Friedrich Schleiermacher (1768–1834), padre de la teología moderna, propuso un modelo que habían de seguir los partidarios posteriores de la revelación de encuentro.

Expresada de forma sucinta, la revelación es un encuentro divino-humano privado de la impartición de conocimiento. «Así, el contenido de la revelación ya no se considera conocimiento sobre Dios, ni siquiera procedente de Dios, sino Dios mismo».3 En consecuencia, ni una sola palabra o pensamiento que encontremos en la Escritura proviene de Dios. La revelación de encuentro es lo contrario a la inspiración verbal.

Si el contenido de las Escrituras no procede de Dios, ¿de dónde proviene? La respuesta es sencilla: De la respuesta condicionada históricamente de seres humanos al encuentro personal no cognitivo con Dios. La Biblia es un libro humano como cualquier otro. El estudio de cómo se originó el contenido de las Escrituras queda al albur de la investigación histórica.

Al suponer que Dios no aportó nada al contenido de las Escrituras, los críticos históricos ven en ellas el producto de un largo proceso de evolución cultural. La imaginación, la comunidad y la tradición humanas se convierten en el terreno del que surgen los libros de las Escrituras, humanos en todos los sentidos.

En consecuencia, algunos exégetas creen que la inspiración opera no sobre individuos, sino en la comunidad en su conjunto. Según este punto de vista, la “inspiración” no alcanzó el nivel personal de las palabras o de los pensamientos proféticos directamente, sino que influyó en el nivel social de la comunidad dentro de la que vivieron y escribieron los autores de las Escrituras. No es de extrañar que el contenido de las Escrituras siga siendo humano, no divino.

El cambio precedente en cuanto a la forma de ver la inspiración es consecuencia directa de la aplicación de la restricción establecida por Immanuel Kant (1724–1804). Según él, las facultades de la razón quedan limitadas a la esfera del tiempo y el espacio.

Los teólogos modernos se encontraron suponiendo que Dios es intemporal y que la razón humana no puede alcanzar objetos intemporales. Dentro de estos parámetros, no puede haber comunicación cognitiva entre Dios y los seres humanos. Sin embargo, el cristianismo gira en torno a la noción de que Dios se relaciona con los seres humanos. La revelación de encuentro sugiere que la relación o encuentro divino-humano tiene lugar no en la esfera cognitiva, sino en una esfera “personal” interior o “existencial”, a través del alma. Por ello, la revelación es un encuentro divino-humano, real y objetivo, pero que no conlleva en absoluto comunicación alguna procedente de Dios.

Los efectos hermenéuticos más notables de la teoría de la inspiración del encuentro pueden resumirse en dos palabras: recontextualización y crítica. (1) La teoría de la inspiración del encuentro, igual que la teoría verbal de la inspiración, llevó a la recontextualización. Mientras que la inspiración verbal supone que las Escrituras revelan verdades objetivas intemporales, la revelación de encuentro da por sentado que aquellas son un indicador de un encuentro divino-humano existencial y no cog-nitivo. Por ende, las Escrituras no tienen contenido revelador alguno; no son más que un indicador o testigo de la revelación. (2) Puesto que (a diferencia de los puntos de vista de Pablo y Pedro) el contenido de las Escrituras se originó a partir del impulso y la sabiduría de seres humanos, debemos someterlo a la crítica científica y usarlo con fines religiosos solo metafóricamente. (3) Debido al origen humano del con-tenido bíblico, el intérprete da por sentado que las Escrituras contienen errores no solo en los detalles históricos, sino también en todo lo que enseñan expresamente, incluso en sus enseñanzas sobre Dios y la salvación.

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1 Alberto Timm, “A History of Seventh-day Adventist Views on Biblical and Prophetic Inspiration (1844–2000)” [Historia de los puntos de vista adventistas del séptimo día sobre la inspiración bíblica y profética (1844–2000)], Journal of the Adventist Theological Society 10 (1999): 542. La cursiva es del autor.

2 Agustín de Hipona, Confesiones, 12.15.18.

3 Raoul Dederen, “The Revelation-Inspiration Phenomenon According to the Bible Writers” [El fenómeno de la revelación-inspiración según los autores bíblicos], en Frank Holbrook y Leo Van Dolson, eds., Issues in Revelation and Inspiration [Asuntos relacionados con la revelación y la inspiración], Adventist Theological Society Occasional Papers [Monografías ocasionales de la Asociación Teológica Adventista], tomo 1 (Berrien Springs, Míchigan: Adventist Theological Society Publications, 1992), p. 11.